Chile ya proyecta el destino de las baterías de sus buses eléctricos. Según Sebastián Prado, presidente de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (ANAC), las primeras unidades –operativas desde 2017– aún no requieren recambio, pero cuando llegue el momento se reutilizarán como acumuladores de energía, en línea con una matriz eléctrica donde el 68% proviene de fuentes renovables. La futura regulación de la Ley REP complementará esta estrategia. Las declaraciones fueron brindadas en una entrevista realizada por la Asociación Automotriz del Perú.
Prado –en entrevista con la Asociación Automotriz del Perú– detalló que el camino chileno hacia la electromovilidad comenzó en 2017, cuando el Gobierno incorporó buses eléctricos en las licitaciones de Santiago y exigió electroterminales propios. Pilotos previos permitieron validar la tecnología y reducir riesgos.
El modelo financiero se consolidó al demostrarse que, pese a la inversión inicial, los buses eléctricos resultaban más rentables a mediano plazo. Con contratos de operación rentables y un sistema metropolitano amplio, el financiamiento quedó asegurado.
La colaboración público-privada fue decisiva: proveedores internacionales, capacitación del Estado y hallazgos operativos –como aprovechar la frenada regenerativa en terminales ubicados en altura– aceleraron la adopción. La apertura comercial amplió la competencia y redujo costos.
Chile superó desafíos operativos con formación especializada y una infraestructura de carga robusta, cercana a subestaciones eléctricas y con respaldo propio.
Los resultados ya son visibles: menores emisiones de material particulado y óxidos nitrosos, mejor calidad del aire y una experiencia de viaje más cómoda y silenciosa para los usuarios.