Lima avanza en micromovilidad pero aún se mantiene lejos de las grandes capitales del mundo

En el contexto de la transformación global hacia modelos de transporte más sostenible, la micromovilidad —que incluye bicicletas, scooters eléctricos y otros vehículos ligeros— se ha convertido en una alternativa clave para reducir la congestión urbana, las emisiones contaminantes y mejorar la conectividad de corta distancia entre las ciudades. Lima Metropolitana no es ajena a esta tendencia, aunque todavía enfrenta importantes desafíos en comparación con otras grandes urbes, según se observa en un reciente análisis del Observatorio de Ceplan.

A nivel global, el mercado de la micromovilidad alcanzó los 160 mil millones de dólares en 2022 y se espera que se duplique para 2030, según estimaciones recientes. Europa lidera esta transformación, con una proyección de 140 mil millones para este año, seguida de China y el sur de Asia. Este crecimiento está impulsado por políticas públicas, innovación tecnológica y una ciudadanía cada vez más receptiva a soluciones sostenibles.

En América Latina, y particularmente en Lima, los avances son más recientes, pero significativos. El uso de la bicicleta como medio de transporte en la capital peruana ha pasado de 1,5% en 2019 al 4,9% en 2024, evidenciando una transición estructural impulsada por la pandemia de la COVID-19 y medidas municipales de promoción de la movilidad activa. Si bien la cifra aún es baja frente a estándares europeos —Ámsterdam supera el 30% y Berlín ronda el 15%—, marca una evolución en la forma en que los limeños se mueven por la ciudad.

Sin embargo, para que la micromovilidad se consolide como un componente esencial del ecosistema urbano en Lima, se requieren cambios estratégicos. Expertos recomiendan fortalecer la infraestructura con ciclovías seguras, regular adecuadamente la oferta de flotas y mejorar la conexión con el transporte público. Además, se debe garantizar la equidad en el acceso, evitando que el uso de estas tecnologías quede restringido a sectores con mayores recursos o capacidades tecnológicas.

Estudios recientes también resaltan el papel de factores como el clima, la confianza en la tecnología y la percepción de seguridad en la adopción de estos modos de transporte. Mientras ciudades como Berlín experimentan con soluciones basadas en inteligencia artificial, Lima tiene la oportunidad de aprender de estos modelos para adaptar su propia red de movilidad urbana.