«La más lenta y saturada»: El tráfico limeño es peor que el de Bogotá, Santiago y México

“Según datos de la firma TomTom, Lima se ubica entre las capitales latinoamericanas con menor velocidad promedio de circulación vehicular”, informó Jaime Graña Belmont, gerente general de la Asociación Automotriz del Perú (AAP). Precisó que, con base en la información diaria publicada por TomTom y analizada por la AAP al 20 de octubre, durante los días laborables y en la hora punta de la mañana (8:00 a. m.), los vehículos en la capital peruana se desplazaron a una velocidad promedio de 14.2 km/h, la más baja de la región frente a ciudades como Ciudad de México (17.6 km/h), Bogotá (18.2 km/h) y Santiago de Chile (22.3 km/h). En un día analizado, el promedio de velocidad en Lima llegó a descender incluso hasta 12 km/h.

Durante la hora punta nocturna (7:00 p. m.), los resultados reflejan una situación similar. En Lima, la velocidad promedio fue de apenas 12.9 km/h, cifra inferior a la observada en Ciudad de México (15.2 km/h), Bogotá (16.4 km/h) y Santiago de Chile (20.0 km/h). En un día analizado, incluso a esa hora, el promedio de velocidad en Lima descendió hasta los 11 km/h.

“La congestión vehicular en Lima se ha convertido en un problema estructural, recurrente y cada vez más grave. No estamos ante una coyuntura pasajera, sino frente a una situación que impacta directamente en la productividad, la calidad de vida y la seguridad de los ciudadanos”, advirtió Graña Belmont.

El representante gremial recordó que en 2023 Lima fue catalogada como la ciudad con mayor congestión de América Latina, y en 2024 ocupó el segundo lugar, solo por detrás de Barranquilla, ciudad colombiana. A nivel mundial, la capital peruana figura en la séptima posición entre las ciudades más congestionadas. Esta situación no es exclusiva de Lima, Trujillo aparece en la novena posición y Arequipa en la décimo sexta del ranking global de congestión de TomTom 2024.

“Esta lamentable realidad no responde a un solo factor, sino a una combinación de deficiencias que hemos venido alertando desde la Asociación Automotriz del Perú”, señaló Graña. “Entre ellas, destacan el diseño vial y la señalización deficiente, una planificación urbana poco eficaz, un sistema de semáforos obsoleto, la escasa integración del transporte público, los altos niveles de informalidad, un parque automotor antiguo y desfasado, un sistema de revisiones técnicas poco riguroso, la baja educación vial y la insuficiente fiscalización. Todo esto genera un tránsito lento, caótico y propenso a constantes averías en las vías y ocurrencia de siniestros de tránsito”, enfatizó.

El representante gremial advirtió que la situación podría agravarse en los próximos años si no se implementan políticas públicas eficaces que aborden el problema de manera integral.

“Hoy no existe una estrategia clara ni sostenida. Muchas de las obras anunciadas ofrecen soluciones parciales y de corto plazo. Ampliar vías, por ejemplo, puede parecer una respuesta inmediata, pero diversos estudios demuestran que ello genera el fenómeno de demanda inducida: el tráfico reaparece con mayor intensidad después de un tiempo”, explicó.

Ante este panorama, la AAP instó a las autoridades a orientar sus esfuerzos hacia políticas sostenibles y de impacto real.

“Es urgente modernizar el sistema semafórico, reordenar rutas y paraderos del transporte público, e incentivar la renovación de la flota vehicular bajo criterios ambientales, como el uso de vehículos a GNV o electrificados”, propuso Graña. “También se requiere expandir sistemas BRT como el Metropolitano, con mejoras en seguridad, accesibilidad y comodidad; fortalecer la fiscalización del tránsito; promover la formalización progresiva del transporte informal y reordenar los servicios de corto tramo. Asimismo, debe fortalecerse el sistema de inspecciones técnicas vehiculares”, precisó Graña Belmont.

Finalmente, el gerente general de la AAP hizo un llamado a la acción. “Si no se adoptan estas medidas con decisión y visión de largo plazo, Lima continuará enfrentando una congestión vehicular que, lejos de disminuir, seguirá intensificándose año tras año. Es momento de que la movilidad urbana se aborde como una política de Estado, con planificación, tecnología y sostenibilidad”, concluyó.