La relación de Toyota, Lexus y Yamaha es bien conocida. Los fabricantes japoneses llevan años colaborando en la construcción de muchos de sus motores y sistemas mecánicos, con fantásticos resultados (y legendarios), como el del Lexus LFA.
Los nipones no quieren dejar en la estacada al motor V8, y en Toyota apuestan por una versión que use hidrógeno como combustible. Yamaha, de hecho, ya está manos a la obra.
Se usará un motor ya establecido como base de este desarrollo, y no podía ser otro que el 2UR-GSE. El bloque V8 a 90º de 5,0 litros viene heredado de los Lexus LC500 y el Lexus RC F, entre otras variantes instaladas en multitud de coches, como la Toyota Hilux que participó en el Rally Dakar.
Se trata de un motor de 32 válvulas (4 por cilindro) en configuración DOHC (con doble árbol de levas en cabeza de cada bancada de cilindros) y el sistema de distribución variable Dual VVT-i electrónica. Posee un sistema de admisión atmosférico, cuenta con inyección EFI D-4S y posee una relación de compresión de 12,3:1.
Resumiendo: una bestia capaz de desarrollar 479 CV y 543 Nm de par máximo (en el mercado europeo) hasta un corte de inyección en las 7.300 rpm. Yamaha puso mucho empeño en el desarrollo de sus cilindros con cabezas de alto flujo, las culatas o las válvulas de titanio. Toda una obra de ingeniería.
Ahora, Yamaha deberá adaptar el bloque V8 al nuevo sistema de combustible con hidrógeno, así que no hay que ser ingeniero para saber que el primer punto a tener en cuenta será el sistema de inyección. Junto a ello, la compañía deberá revisar las culatas, el colector y sistema de admisión, y otra gran variedad de elementos, como sensores, válvulas, etc.
Según afirma Yamaha, las cifras serán muy similares a las conseguidas con gasolina de alto octanaje: 450 CV a 6.800 rpm y 540 Nm a partir de las 3.600 rpm. Algo menos de caballos de fuerza, pero un torque superior disponible mucho antes.